El cielo ya no se levanta, cual ola que desplaza
los días, cuando se desvanecen.
Calles de niebla titilan más lejanas
en tus ojos. De los horizontes cuelga,
montón de lágrimas, la lluvia,
cansada, boca abajo, como ciega.
Mas del fondo de viejas cicatrices de llanura
se alza una fuerza: como si en una noche
el general del mar doblara los barcos
que hay en el puerto, en vela,
para embarcar ya el próximo aire de la mañana
con una flota que, bogando, súbita,
se reúne y, con todas las banderas al sol,
encuentra el viento grande, refulgente, fatal.